La inflamación tiene una función importante en la patogenia de la aterosclerosis y los marcadores de inflamación leve se han asociado invariablemente con aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular.
Una de las infecciones crónicas más frecuentes es la enfermedad periodontal, que es la infección crónica de los tejidos que rodean los dientes, causada por mala higiene bucal. Se asocia con una respuesta inflamatoria sistémica moderada, que consiste en aumento de las concentraciones de proteína C reactiva y otros biomarcadores inflamatorios. La inflamación sistémica podría ser el mecanismo subyacente que vincula la salud bucal con la enfermedad cardiovascular.
La proteína C reactiva y el fibrinógeno son marcadores sensibles que se emplean para evaluar el estado inflamatorio. Los resultados de estudios longitudinales prospectivos indican que estos marcadores podrían ser factores pronósticos útiles de futuros episodios cardiovasculares.
Estudios epidemiológicos anteriores más pequeños en general determinaron la enfermedad periodontal mediante evaluaciones clínicas. Estas evaluaciones pueden no ser posibles en grandes estudios de población. Las medidas de higiene bucal referidas por los pacientes se asociaron con enfermedad periodontal confirmada clínicamente. Este estudio investigó si la frecuencia del cepillado dental referida por el paciente se asociaba con riesgo de episodios de enfermedad cardiovascular en una muestra de adultos del Scottish Health Survey. Los autores analizaron además la asociación entre la frecuencia del cepillado dental y los marcadores inflamatorios (proteína C reactiva y fibrinógeno) en un subgrupo de participantes.
Métodos
El Scottish Health Survey es un relevamiento transversal (efectuado cada 3-5 años) que toma una muestra representativa de la población general de Escocia. Para este estudio se combinaron los datos de 1995, 1998 y 2003 recogidos en adultos de 35 años o más.
Los entrevistadores visitaron hogares idóneos y recolectaron datos demográficos y de conductas en relación con la salud (tabaquismo, actividad física y conductas relativas a la salud bucal) y tomaron el peso y la talla.
La conducta frente a la salud bucal se determinó a partir de los datos referidos por el paciente acerca de la frecuencia de visitas al dentista (por lo menos una cada seis meses, cada uno o dos años o raras veces/nunca) y el cepillado dental (dos veces por día, una vez por día, menos de una vez por día). En otra visita, enfermeras recogieron información sobre antecedentes personales y familiares de enfermedad cardiovascular, presión arterial y muestras de sangre.
Los relevamientos se conectaron prospectivamente con una base de datos de ingresos hospitalarios y muertes en pacientes con seguimiento hasta diciembre de 2007.
El criterio principal de valoración fue la combinación de episodios de enfermedad cardiovascular mortales y no mortales. Estos últimos comprendieron los ingresos hospitalarios relacionados con enfermedad cardiovascular, tales como infarto agudo de miocardio, cirugía de derivación aortocoronaria, angioplastia coronaria percutánea, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca.
En un subgrupo de 4830 participantes se obtuvieron muestras de sangre periférica para la determinación de proteína C reactiva y fibrinógeno.
En un subgrupo de 4830 participantes se obtuvieron muestras de sangre periférica para la determinación de proteína C reactiva y fibrinógeno.
Resultados
La muestra estudiada fue de 11.869 personas (46,1% hombres, media de edad 50,0) sin enfermedad cardiovascular previa.
La conducta con respecto a la salud bucal fue en general buena: alrededor del 62% de los participantes visitaban regularmente al dentista (por lo menos cada seis meses) y el 71% tenían buena higiene bucal (cepillado dos veces al día). Los participantes que se cepillaban los dientes menos de dos veces al día eran algo más viejos, más frecuentemente hombres y de menor nivel social y tenían alta prevalencia de factores de riesgo, como tabaquismo, inactividad física, obesidad, hipertensión y diabetes.
Se produjeron 555 episodios de enfermedad cardiovascular durante un promedio de 8,1 años de seguimiento; 170 de ellos fueron mortales. En alrededor del 74% de episodios cardiovasculares el diagnóstico principal fue enfermedad coronaria. La media de edad de los supervivientes sin episodios cardiovasculares fue de 49,6 años y la de los que sufrieron algún episodio cardiovascular fue de 57,0 años, al inicio del relevamiento. En análisis ajustados para la edad y el sexo, los participantes que refirieron mala higiene dental tuvieron mayor riesgo de episodios de enfermedad cardiovascular y de muerte por enfermedad cardiovascular.
Los participantes que refirieron cepillado de dientes menos frecuente tuvieron un 70% de aumento del riesgo de episodios cardiovasculares en modelos ajustados, en relación con los participantes que cepillaban sus dientes dos veces al día. Los otros factores pronósticos independientes de episodios de enfermedad cardiovascular fueron el tabaquismo (índice de riesgo 2,4, intervalo de confianza del 95% 1,9-2,9), la hipertensión (1,7, 1,4-2,0) y la diabetes (1,9, 1,4-2,7).
No hubo diferencias evidentes según el sexo y la edad en los resultados. Tampoco hubo diferencia entre los fumadores y aquellos que nunca habían fumado.
Hubo asociaciones significativas entre la frecuencia del cepillado dental y los marcadores de inflamación sistémica leve. Los participantes que se cepillaban con menos frecuencia tuvieron aumento de las concentraciones de proteína C reactiva y fibrinógeno-β.
Discusión
El cepillado dental se asocia con la enfermedad cardiovascular, aún tras ajustar para la edad, el sexo, el grupo socioeconómico, el tabaquismo, las visitas al dentista, el índice de masa corporal, los antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, la hipertensión y el diagnóstico de diabetes.
Los resultados de este trabajo confirman los de estudios anteriores y sugieren también que el cepillado dental se asocia con aumento de los valores de la proteína C reactiva y el fibrinógeno.
Los resultados de este trabajo confirman los de estudios anteriores y sugieren también que el cepillado dental se asocia con aumento de los valores de la proteína C reactiva y el fibrinógeno.
La participación de la salud bucal en la enfermedad cardiovascular ha recibido considerable atención. La enfermedad periodontal es una enfermedad inflamatoria crónica y compleja, en la que se produce la pérdida del tejido conjuntivo y del soporte óseo de los dientes. Es causa principal de pérdida dentaria en adultos mayores de 40 años y, según la OMS, su prevalencia en todo el mundo es del 10-20% para las formas más graves. La enfermedad periodontal es muy frecuente, especialmente después de la edad media de la vida, cuando también es más frecuente la enfermedad coronaria y es causada generalmente por la mala higiene bucal.
Los resultados de este estudio confirman los datos de varios estudios epidemiológicos de observación que también mostraron que la mala salud periodontal se asocia con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Un metaanálisis llegó a la misma conclusión.
Este aumento del riesgo cardiovascular en personas con enfermedad periodontal puede tener un impacto profundo en la salud pública.
La literatura médica muestra claramente que tanto en la enfermedad cardiovascular como en la enfermedad periodontal hay aumento de las citocinas pro-inflamatorias. Este estudio sugiere la posible participación de la mala higiene bucal en el riesgo de enfermedad cardiovascular a través de la inflamación sistémica. El aumento de las respuestas inflamatorias y homeostáticas, así como la alteración del metabolismo lipídico causada por la infección periodontal podrían ser las vías posibles de esta asociación entre la enfermedad periodontal y el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
Conclusiones
La mala higiene bucal se asocia con aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular e inflamación leve, aunque aún resta determinar la naturaleza causal de esta asociación.
Dada la gran prevalencia de las infecciones bucales en la población, los médicos deben estar alerta ante el posible origen bucal del aumento de la carga inflamatoria.
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